
Es muy simple, me contesta Zheng Wei. El cristianismo jamás ha penetrado verdaderamente en mi país porque los misioneros han querido hacer entrar a China en el cristianismo en lugar de hacer entrar el cristianismo en China.
Me recalca que es erróneo acusar a China de rechazar lo que no le es propio. Por el contrario, China toma del extranjero todo lo que puede serle útil. Abrazó el budismo que venía de
Hoy en día China ya no cree en nada. Los mismos marxistas no creen ya en el marxismo. No se cree en nadie. Cada uno es sólo para sí. Todos los medios son buenos para lograr los propios fines. Se abusa en todas partes. China está vacía. Tenemos una enorme necesidad de fiarnos los unos de los otros. Urge que aprendamos a ser transparentes y honestos. Si la comunidad cristiana es capaz de formar personas auténticas y honradas, el cristianismo tendrá futuro entre nosotros. Eso es lo que actualmente necesita China, y nada más.